En Manhattan, Nueva York, una noche de lluvia, un hombre desconocido recorre la ciudad en busca de una víctima. Esa noche la víctima es Walter Derbin (Loren Lazerine) el taxista de 52 años que lo ha llevado hasta el este de Harlem. Gideon y el resto del equipo se trasladan a Manhattan para investigar ya que están sucediendo serie de asesinatos sin móvil aparente; en el caso de Walter además de tener un tiro en el pecho y los ojos vendados tenía un cuchillo atravesado en la oreja con la hola incrustada en el cerebro. Esta firma ya había aparecido en dos asesinatos previos: el de Rachel Holman una joven de 24 años encontrada en su piso hace 3 semanas y Kaveh Surrani un joven de 30 años hallado en su estudio de pintura.
Poco saben del asesino ya que mata de noche sin testigos y en distintas localizaciones. Investigando en las escenas del crimen obtienen más datos y centran la búsqueda en hombres blancos, no de gran tamaño que dispara primero a las víctimas bien por falta de fuerza o por un problema físico, con un trabajo estable de día y muy organizado. Gideon está seguro de que se trata de ejecuciones.
Al hilo de las pruebas que encuentran en las escenas de los crímenes, la Unidad de Análisis de la Conducta establece un perfil del delincuente: un hombre cuya profesión requiere el manejo de armas y que pretende acabar con la vida de delincuentes que la justicia ha dejado escapar.